miércoles, 7 de octubre de 2009

ROBBY EL GUSANO

HOY PUEDE SER UN GRAN DÍA

CONSTANCIA


“La Constancia es la virtud por la que todas las otras dan su fruto.” (Arturo Graf)

Según la definición de la Academia Real Española, Constancia (Del lat. constantia). Significa firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos.

La constancia es la aplicación continua y frecuente de un esfuerzo por lograr determinado propósito u objetivo.

Nuestras vidas están colmadas de anhelos por lograr metas, objetivos, sueños e ideales.

Cuando nos proponemos alcanzar una meta determinada, vemos que el trayecto a seguir muy pocas veces es una mera línea recta o un camino allanado sin obstáculos. Muy por el contrario, en la mayoría de los casos aparecen inconvenientes y desafíos que debemos superar con determinación, voluntad, constancia y perseverancia.

Si bien la constancia es comúnmente considerada como un sinónimo de perseverancia, podemos diferenciarla en que la constancia está más asociada al tiempo, la frecuencia y el ritmo establecido de acción para alcanzar un objetivo, mientras que la perseverancia se asocia más con la voluntad y el esfuerzo sostenido.

Ejemplos de constancia pueden ser: un obrero que cumple un horario y que se levanta puntualmente todas las mañanas para ir a su trabajo; un estudiante que realiza sus tareas dedicándole dos horas diarias al estudio, una madre que le dedica amorosamente unos minutos todas las noches para leerle un cuento a sus niños pequeños; etc.

Para desarrollar la virtud de la constancia, no hace falta un esfuerzo sobrehumano, sino más bien un método, un ritmo, la claridad de propósito y un sentido de equilibrio. Así como las gotas de agua que, sin ser mas fuertes que la roca, la erosionan más y más con el transcurrir del tiempo hasta perforarla, de la misma manera la aplicación constante de una acción orientada hacia un fin, nos proporcionará la agradable satisfacción de llegar a concretar nuestros anhelos más

EL BAMBÚ JAPONÉS



No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impacientemente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: "¡Crece, caramba!"...

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece más de 30 metros
Tardó sólo seis semanas en crecer?. No.


La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad,
este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces
que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo.
Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), cabe recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que - en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos-, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.
Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

UGA LA TORTUGA

¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga.
Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.

¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas; y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.

-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.

No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez. Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda.

La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.

Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres. Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.

martes, 6 de octubre de 2009

ACOGER A LOS PEQUEÑOS

PAGANINI

SI SOY CONSTANTE, PUEDO

LA RANA

CONGREGACIÓN VEDRUNA - CARTA

Queridos educadores:

Por segunda vez, nos proponemos aplicar el trabajo del objetivo educativo para un nuevo trienio y por ello volvemos a dirigirnos a vosotros para compartir nuestras inquietudes.

Consideramos importante que el objetivo educativo que escojamos responda a la realidad educativa de nuestros días. Por tanto, nos parece oportuno hacer una reflexión sobre el momento de nuestra sociedad.

Analizando muy rápidamente nuestra realidad observamos unos alumnos, niños y jóvenes, que se encuentran con un modelo de sociedad en que todo les viene dado de forma externa y, en muchas ocasiones, confusa.

Ante esta realidad, es importante educar a los alumnos a creer en ellos mismos, a no esperar soluciones externas, a aprender que ellos mismos poseen un potencial enorme... ¡si ellos quieren!

Hoy hablamos de la necesidad de “motivar”, de encontrar “motivaciones” para aprender y vivir con plenitud. Pero, para que haya “motivación”, es importante educar la “propia voluntad” y todos aquellos aspectos que requieren y exigen ejercer la propia responsabilidad.

La Propuesta Educativa Vedruna tiene presente este concepto cuando leemos en ella:

• “Estimula a la constancia, la tenacidad y la responsabilidad en el trabajo como actitudes formadoras del carácter”.

• “Fortalecer la libertad que lleva a optar por el bien común y que nace de la verdad…”. (PEV, pg. 26 )

• “Crear espacios que permitan realizar experiencias de salida de uno mismo y de descubrimiento de los demás”


En el marco de una educación integral de la persona, los valores de la constancia, la tenacidad, el esfuerzo y la responsabilidad son fundamentales.

Por eso, proponemos para este trienio el eslogan:

Con la siguiente secuenciación:

Curso 2009-2010: El valor de la constancia: “Si soy constante, puedo”
Curso 2010-2011: El valor de saber decidir: “No todo es igualmente bueno”
Curso 2011-2012: El valor de la trascendencia: “Despliega tu riqueza interior”


En la dinámica de cada curso escolar, el objetivo educativo debe tener diferentes ámbitos de actuación, con actividades relacionadas con:

a) El ámbito personal, destinado a la autorreflexión de cada alumno.
b) El ámbito grupal, destinado a conocer y compartir experiencias dentro del grupo.

Asimismo, el objetivo de curso permite trabajar aspectos relacionados con cuestiones académicas (hábitos y pautas de trabajo), a la vez que puede ser objeto de reflexión desde el sentido social y trascendente de la persona.
Ello estará siempre en función de las actividades que se propongan a los alumnos, de cara a las cuales no ofrecemos material concreto, ya que existen abundantes fuentes al alcance de todos, tan sólo es preciso compartirlo entre nosotros y utilizar especialmente las posibilidades que intercambiamos a través de eduvedruna.org de los equipos de Pastoral de las provincias. No obstante, sí que recomendamos la consulta a

 Camps, Victoria, “Creer en la educación”, Ed. 62.
www.edicionespeninsula.com/es/llibre/creer-en-le-educación_10168.html

 “La Competencia Espiritual”. Escuelas Católicas Nacional.



El objetivo educativo se dirige a los alumnos, pero es una gran ocasión para la reflexión y el crecimiento de la cohesión y el compromiso educativo de nosotros los educadores. Sin la formación del profesorado en este ámbito, se nos hace cada vez más difícil el trabajo con los alumnos y las familias.


Con nuestro saludo afectuoso y nuestro apoyo incondicional,


Coordinadoras de Educación